FRANCISCO DE IBARRA Y LA NUEVA VIZCAYA, RUMBO AL NORTE
En el 1554, dos años después del descubrimiento del cerro de Mercado, con autorización real, el virrey Velazco autorizo continuar con la exploración hacia el norte. El yerno de Velazco, sobrino de Diego de Ibarra, Francisco de Ibarra, fue quien se puso al frente de esta nueva expedición, tenia entre 16 y 19 años de edad, quien durante los siguientes 20 años encabezo la conquista de esta vasta región, comprendida entre los actuales estados de Sonora, Sinaloa, Chihuahua y Durango, dando origen a la Nueva Vizcaya.
Francisco de Ibarra estableció su cuartel general en Zacatecas, de donde salió en septiembre de 1554, con 24 soldados. Uno de sus acompañantes fue Juan de Tolosa, quien iba ´´compartiendo el mando con Ibarra´´, o bien era de sus mas allegados.
Otros acompañantes de Ibarra, fueron: Pedro de Hermosillo, Miguel de Castro, Martín de Carraga, Pedro López del Peral, Miguel Ruiz Giral, Martín de Rentería, Juan de García y Domingo de Villabona.

La expedición partió de Zacatecas, pasaron por Fresnillo donde descubrieron algunos minerales, sin detenerse a explotarlos. Siguieron el rio de Nieves o rio Grande. Siguieron el curso del rio y llegaron a lo que hoy día es Sain Alto, Zac.
Cerca de Sain Alto, encontraron otro pueblo con 200 indígenas, a los cuales bautizaron de buen gana, por lo que llamaron al pueblo El Bautismo. Eran indios genéricamente llamados, chichimecas, (que quiere decir, sin vivienda o peregrinos) compuestos por muchas naciones de indios. Los de el Bautismo eran zacatecos, los cuales habitaban hasta el rio Nazas, Cuencamé, Cerro Gordo, San Juan del Rio y Nombre de Dios, según Orozco y Berra.
El 29 de septiembre del 1554, Ibarra y sus acompañantes partieron para el norte, salieron de El Bautismo, y llegaron a otro pueblo al que le llamaron San Miguel, por ser día de San Miguel. Encontraron unos 400 indios a quien Juan García explicó lo que era el cristianismo. Ahí, en San Miguel oyeron por primera vez la existencia de unas minas, por lo que Ibarra mandó a Juan de Tolosa, Miguel Ruiz de Giral y cuatro más a localizarlas. Cuatro de los seis soldados se llamaban Martín, los otros dos, Juan y Miguel, por lo que a las minas les llamaron Minas de San Martín.

En la hondonada está el pueblo de San Martín y en el cerro se aprecia una de las minas de San Martín.

Para ver la ruta de conquista de Francisco de Ibarra: Zacatecas, Fresnillo, Sain Alto, Sombrerete, San Martín, Nieves, Mazapil.


La dirección que tomaron los españoles después de San Martin, según, uno de los testigos, Miguel Ruiz de Giral, que atestiguo en favor de Ibarra en el 1569, dice que partieron en dirección de Mazapil, donde encontraron unos trescientos habitantes.


Casa del marqués de San Miguel de Aguayo, en la población de Mazapil, Zacatecas, hoy dia.
Después de haber estado en Mazapil, partieron para el el noroeste, donde Ibarra descubrió Avino, segundo lugar de importancia después de San Martín, donde bautizaron cerca de 200 indígenas. Ahí, conocieron a una mujer que había huido de Nochistlán y Juchipila, junto con se marido y un hijo, de la época de Nuño de Guzmán. Los indios de Avino habían matado al marido y a su hijo. Ibarra conoció a la mujer que entendía varias lenguas indígenas, por lo que le sirvió de interprete, como doña Marina a Cortés. Es así que Ibarra, Tolosa y sus compañeros fueron los descubridores de las ricas mina de San José de Avino.

Al pie de la sierra de Gamón, San José de Avino, Durango..

Al pie de la Sierra de Gamón, el poblado de San José de Avino.

Una de las minas de San José de Avino, hoy día en funciones..

Templo de San José de Avino, hoy día..


En San José de Avino, se encuentra el más hermoso retablo barroco del Estado de Durango.

De San José de Avino, partieron para el noroeste, donde encontraron el valle de San Juan, donde había tres pueblos. Uno de ellos era Copale, de donde siguieron para San Lucas, arriba. Abajo y a la izquierda, todavía con actividad minera.

De San Lucas, prosiguieron bordeando la laguna de Guatimapé, con rumbo al valle del Guadiana. Encontraron varios pueblos indígenas que huyeron a la sierra. Ibarra decidió traerlos, pero estos lo atacaron. La lucha duró tres horas donde entre otros resultó herido Ibarra en una pierna. Uno de los soldados fue muerto, Domingo Villabona. En el valle del Guadiana estuvieron varios meses, de donde regresaron a Zacatecas, en diciembre de 1554.
En resumen, esta expedición de Francisco de Ibarra y sus hombres, del 1554, había cruzado el territorio entre Zacatecas y el rio Nazas y desde el rio Nieves en Mazapil, hasta el valle de San Juan ´´del Rio´´ y el valle del Guadiana, Incluyendo la zona de San Martin, Sombrerete, Ranchos y Chalchihuites. Sin embargo, tenemos que recordar que los estados de Durango y Zacatecas no fueron descubiertos por Ibarra, ya habían sido incursionados por los capitanes de Nuño de Guzmán y por Ginés Vàzquez de Mercado, pero sin ningún provecho. En cambio, entre 1555 y 1563, fecha del nombramiento de Ibarra como gobernador, se hicieron mucha expediciones con excelente resultados.
Una expedición que vale la pena comentar es la de Juan de Tolosa y Luis Cortés, hijo del conquistador, quienes con unos cincuenta españoles y numerosos indios, siguieron los pasos de Ibarra por San Martín, hasta Avino, atribuyéndose algunas fundaciones.
El redescubrimiento y establecimiento de las minas de San Martín se realizó en el 1557 por el alcalde de Zacatecas Martín Pérez, acompañado de legendario fray Gerónimo de Mendoza, otro vasco nativo de Vitoria, sobrino del virrey Antonio de Mendoza, con quien llegó de España a la Nueva España, donde tomo los hábitos. Aparece en la zona zacatecana junto con la expedición de Tolosa en el 1546 y en ese 1557 partió con Martín Perez a la zona de San Martín.
Fray Gerónimo de Mendoza aprovecho su estancia en San Martín para predicar y bautizar a los nativos zacatecos de la región. Se dirigió con rumbo a Súchil, al Ojo de Agua de los Berros, San Francisco de Nombre de Dios, donde erigió una capilla temporal, primer establecimiento humano en esa región, aunque fracaso eventualmente. Mendoza, dada la importancia de su labor evangelizador, hizo petición a su provincial, fray Francisco de Bustamante a la ciudad de México, donde solicitó más frailes para que le ayudaran.
Es en estas fechas del 29 de diciembre de 1557, cuando estaba en preparación la expedición de Luis Cortes y Juan de Tolosa, para el norte, con rumbo a Nuevo México o Copala, como se llamaba. Esto debido a que el virrey Velasco tendría que mandar urgentemente una expedición con trece veleros, quince mil soldados, bajo el mando de Tristán de Luna, a Santa Elena en la Florida. Si no hubara pasado lo de Florida, Luis Cortés y Juan de Tolosa, hubieran sido los descubridores de Nuevo México.
Mientras tanto, le fueron enviados a Mendoza tres frailes para su ayuda.
Llegaron tres frailes franciscanos y un indígena donado o hermano lego, de la ciudad de México.
1 – Pedro de Espinareda, de la provincia de Santiago, en España, siendo uno de los primeros doce que fueron enviados por su provincial a México. Llegó a ser el guardián del monasterio del Nombre de Dios y posteriormente custodio del convento de Zacatecas. Cuando se retiro fray Gerónimo de Mendoza, Espinareda asumió el cargo de su obra en el norte. Autor de un vocabulario de la lengua zacatecana y de otros libros. Murió después de treinta años de andar evangelizando a los indios, en octubre de 1586, y sepultado en Zacatecas.

Templo de San Francisco de Nombre de Dios.

2 – Diego de la Cadena (Cintos), quien sirvió como soldado de Hernán Cortés, en la conquista de México, con el nombre de Jacinto de San Francisco, dejo esta actividad y entró a la orden franciscana. En 1566 acompaño a Espinareda desde San Martín a Pánuco y regreso a Nombre de Dios, donde murió en 1566.
3 – Diego de la Cadena, de quien se conoce muy poco, murió en 1586 en Durango, donde fue sepultado.
4 – Lucas, el hermano lego, jugó un papel muy importante en la obra misionera en Michoacán.

Cuando Francisco de Ibarra se encontraba en San Martín, llegaron los frailes a ese lugar, quienes junto con fray Gerónimo de Mendoza, protegidos por uno 30 soldados de Ibarra, partieron con rumbo a Avino, de donde siguieron para Peñòn Blanco, el rio de las Nazas, donde exploraron la región. De allí, siguieron para el valle de San Juan, donde encontraron varios grupos de indígenas del Mezquital. Arriba, el Peñòn Blanco, visto desde el poblado de Covadonga, Dgo.

Esto fue por los 1560, cuando fray Gerónimo de Mendoza tuvo que dejar esta expedición para regresar a México y de allí, junto con su provincial Francisco de Bustamante, partieron para España donde murió Mendoza en Madrid. El rio Nazas, a la altura del poblado de Nazas, Dgo.

Con la flecha roja la población de Peñón Blanco y al noreste, también co flecha roja, Cuencamé, puerta de entrada al ´´país de La Laguna´´, Lerdo, Gómez y Torreón.
Esta breve incursión por el Peñòn Blanco y el rió Nazas es la única que se hizo en esas fechas del 1562, fecha en que Ibarra envió una carta a su tío Diego, el 6 de junio, donde le platica los hallazgos en esa región y el hermoso valle del Guadiana.
A su regreso de Avino, fundaron lo que hoy es el poblado de Nombre de Dios.
Poco tiempo después se revelaron los indios del valle de San Juan quienes mataron a varios españoles, como Pedro Gonzalez de León, Juan Rodriguez de Venbrive y Hernando de Arenalo.
Después de que partió el padre Mendoza, se quedó a cargo de la evangelización el padre Espinareda, quien se interno al noreste con rumbo a lo zona de Panuco en el Golfo de México.
Ordeno a Diego de la Cadena que trabajara con los indígenas de Nombre de Dios. Espinareda, inició una misión llamada San Juan de Analco, en el valle del Guadiana, convirtiéndose eventualmente en le núcleo del pueblo de Durango.




El padre Espinareda fue a México a pedir ayuda para sus misiones, donde consiguió a Bernardo de Cossin, francés, originario de Aquitania, del convento de San Juan de la Luz, cerca de la ciudad vasca de Fuenterrabia. Al llegar a América se unió a Espinareda quien lo envió junto con Cadena al valle del Guadiana, donde fue muerto Cossin por los indios, en el camino. Cossin fue el primer misionero muerto en martirio en la Nueva Vizcaya.
Otro de los misioneros que llegaron al valle del Guadiana fue Fray Juan de Tapia, quizás por el año de 1558, quien venía acompañado del donado Lucas. Tapia venía desde Acaponeta, cruzó la Sierra Madre Occidental a la zona de los tepehuanos, en el valle de Panaño, a quien le llamó de San Francisco, cerca de Durango, a tres días de camino de San Martín y Avino. Del Guadiana, Tapia regresó a Acaponeta y a Chiametla, de donde siguió para Mazatlán, ya en la costa del Pacífico. En esta amplia zona habitaban las tribus de los xiximes, otomíes, tepehuanos y acaxées.
Los Tepehuanes habitaban el sur de Chihuahua y norte de Durango. Los xiximes el centro de las montañas de San Andrés. Los acaxées vivían en los valles y en la región montañosa de Topia, San Andrés en Durango y Sinaloa.
El padre Tapia llegó hasta Elotlán, cerca de Culiacán, de donde regresó al convento de San Francisco en Guadalajara. Tapia, regresó de Zacatecas al valle del Guadiana, acompañado del donado Lucas. Cuando regresaban fueron muertos al oeste de Zacatecas por los nativos guachichiles y enterrados en le convento de Zacatecas, perteneciente a la provincia del Santo Evangelio. Grande fue su labor misional en esta región.

Después de la fundación de San Martín, el alcalde mayor de Zacatecas, Gaspar de Tapia nombró un alcalde ordinario, luego un alcalde mayor recayendo el nombramiento en Francisco de Sosa. La alcaldía de San Martín incluía las minas de Sombrerete, Chalchihuites, Ranchos y San Martín, cuya jurisdicción se extendía hasta Durango.
Francisco de Ibarra residió por algún tiempo en San Martín, explotando sus minas sin ser jefe de la población.
Dos o tres años después del descubrimiento de las minas de Avino, por iniciativa de Ibarra en el 1554 decidió establecer un pueblo en ese lugar. Para esto, fueron enviados Juan García, Gaspar de Mesa, Martín de Rentería y varios soldados. Poco tiempo llegó Ibarra con el equipo necesario para la explotación de las minas. Una de sus minas de las mas ricas, llamada El Tajo, se la entrego a los habitantes para estimularlos a trabajar y asentarse definitivamente, y de donde se extraían 850,000 mil pesos de plata semanalmente.

Por esos mismos años de la fundación de San Martín y Avino, surgieron otros asentamiento: Chalchihuites, Sombrerete, Fresnillo, Nieves, Santiago y Ranchos.
Chalchihuites fue fundada en el 1530 – 1531, años antes que Zacatecas, por gente de Guadalajara que huían de Nuño de Guzmán. La Iglesia de San Pedro Apóstol. Chalchihuites, Zac.

Las minas de Sombrerete fueron descubiertas un poco después, por Juan de Llerena, por lo que le llamaron San Juan Bautista de Llerena, Real y Minas de Sombrerete. En 1567 se fundo el convento de San Mateo de Sombrerete y en el 1570 se le nombró villa. Templos de San Francisco y Tercera Orden, en Sombrerete, Zacatecas.

Las minas de Sombrerete fueron descubiertas un poco después, por Juan de Llerena, por lo que le llamaron San Juan Bautista de Llerena, Real y Minas de Sombrerete. En 1567 se fundo el convento de San Mateo de Sombrerete y en el 1570 se le nombró villa. Templos de San Francisco y Tercera Orden, en Sombrerete, Zacatecas.
Como oidor llegó de Compostela el doctor Morones, en el 1557, en sucesión de Hernán Martinez de Marcha , a quien formo juicio de residencia junto con los alcaldes mayores de la Nueva Galicia. El cargo fue otorgado en Valladolid el 26 de febrero de 1556 por el cual también se el nombraba visitador. Durante cinco años había sido fiscal de la Audiencia de México y como oidor un año.
Estando ya en Nueva Galicia, Morones se enteró de la necesidad de reconquista de Chiametla, la cual se despoblaba rápidamente debido a las agresiones de los indígenas y a que la región se volvía intransitable durante seis meses en la época de lluvias. Chiametla había sido fundada por Nuño de Guzmán para dar protección a los viajeros entre Compostela y Culiacán y por lo fértil de la región y por las ricas vetas de oro y plata de sus montañas.
En noviembre de 1555, Alonso Valiente, residente de Puebla de los Ángeles y compañero de Cortés durante la conquista, solicitó permiso al rey para colonizar y pacificar la provincia de Chiametla y Guazamota y todas las montañas de la costa norte, entre Compostela y Culiacán, pero su petición le fue negada.
Morones hizo la misma solicitud y por cédula real del 11 de marzo de 1560, se le concedió permiso para reconquistar y recolonizar Chiametla, subsidiando sus propios gastos. La expedición se retraso por la falta de fondos y porque Morones no quería dejar la audiencia en manos del oidor Oseguera, en quien no confiaba. Morones esperaba que llegara otro oidor a Nueva Galicia. Morones no recibió ayuda real por lo que la expedición fue postergada.
En mayo de 1563, Morones volvió a pedir ayuda, cuando ya había tenido noticia de que Francisco de Ibarra andaba rondando la región de Chiametla. Ese mismo año, Morones murió sin poder iniciar su expedición de reconquista a Chiametla, dejando sus reclamaciones en contra de Ibarra a la audiencia de Nueva Galicia.
Durante el tiempo en que Morones actuó como visitador de Nueva Galicia, en varias ocasiones solicitó que se cambiara la audiencia de Compostela a Guadalajara. Esto sucedió el 6 de junio de 1557, cuando por cédula real, la audiencia de Nueva Galicia ordenó mover la sede arzobispal y la caja real de Compostela a Guadalajara. Por cédula real, fechada en Toledo el 10 de mayo de 1560, se ordenó el cambio de la caja real y la audiencia a Guadalajara. El cambo se completo el 10 de diciembre.
El obispo Maraver, como ya lo hemos dicho anteriormente, nunca residió en Compostela y sus sucesor, Pedro de Ayala, franciscano nacido en Guadalajara, España y quien tomo posesión de su cargo en 1559, se estableció en Guadalajara y no en Compostela. Por fin, y por cédula real del 18 de mayo de 1561 se ordenó que el obispo podía radicar en Guadalajara y que la catedral debería ser construida en ese lugar.
Para esas fechas la guerra chichimeca era insostenible, por lo que el virrey Velasco decidió levantar fuertes o presidios a lo largo del camino de tierra adentro, donde se fundaron dos colonias militares, en San Miguel el Grande y en San Felipe. En el 1570, el virrey Enríquez ordenó que se establecieran más presidios, en Ojuelos y Portezuelos.